martes, abril 12

Donando sangre

En un Hospital de Stanford, conocí a una niña llamada Liz que sufría de una extraña enfermedad. Su única chance de recuperarse era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos necesarios para combatirla. El doctor explicó la situación al hermano, y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. Lo vi dudar sólo por un momento antes de dar un gran suspiro y decir:
-Sí, yo lo haré, si eso salva a Liz. Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado al lado de la camilla de su hermana, y sonriente mientras nosotros los asistíamos a los dos, viendo retornar el color a las mejillas de la niña. Entonces la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció, miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: ¿Empezaré a morirme enseguida doctor?
Siendo sólo un niño, no había comprendido al doctor; él pensaba que le daría toda su sangre a su hermana. Y aún así se la daba.
Da todo por quien ames.

Autor desconocido

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